Enrique Martínez Godínez



ENRIQUE MARTÍNEZ GODÍNEZ
El 28 de junio de 1890 nació en Cartagena Enrique Martínez Godínez, hijo de Antonio Martínez Torres, conocido popularmente como “Antonio el Herrero”, hombre de gran cultura que simultaneaba el trabajo en la fragua con la práctica de la Homeopatía; fue, probablemente, el primer homeópata de Cartagena.
Enrique realizó los estudios de Practicante, con idea de continuar con la tradición como homeópata de su padre, como así hizo, aunque más adelante ingresó en el cuerpo de Auxiliares de Sanidad de la Marina.
Fue el 1 de abril de 1915 la fecha en que Enrique Martínez Godínez comenzó a prestar sus servicios como Aspirante a Practicante de la Armada en el Hospital de Marina de Cartagena.
Veinticuatro años después falleció a consecuencia de las torturas sufridas durante un interrogatorio en las dependencias del S. I. P., el día 25 de mayo de 1939.
Sus verdugos podrían haber dado a su muerte la misma explicación que se solía dar en otros casos similares, decir que se había debido a un suicidio, pero en lugar de ello, arrojaron al mar su cadáver, que apareció tres días más tarde en la playa del Alamillo, de Mazarrón.
¿Por qué intentaron ocultar el asesinato de esta manera tan burda? ¿Por qué falsificaron la documentación de su expediente de prisión, haciendo figurar que había sido puesto en libertad? ¿Por qué negaron su muerte durante mucho tiempo después de ocurrida?
La lectura del texto precedente podría conducirnos a suposiciones que nada tienen que ver con la realidad… creer que se trataba de algún importante dirigente político o sindical, pensar que se había destacado en sucesos de guerra, en hechos delictivos, en algún tipo de conspiración… Nada más lejos de la realidad.
El estudio de su expediente profesional no arroja ninguna luz sobre el tema: Ascendido a Segundo Practicante el 13 de noviembre de 1919, continuó prestando sus servicios en el Hospital de Marina hasta que embarcó en el Cañonero “Álvaro de Bazán” el 15 de febrero de 1921, permaneciendo a bordo hasta el 20 de febrero de 1923, en que regresó a su destino del Hospital de Marina de Cartagena.  Se encontraba entonces en posesión de la Medalla Militar de Marruecos con pasador de Tetuán. (R.O. de 10 D.O. nº 37) que le había sido concedida el 20 de febrero de 1923.
Como Segundo Practicante prestó servicios, sucesivamente, en la Enfermería del Arsenal, en la Fábrica Nacional de Torpedos y, finalmente, en el Cañonero Cánovas del Castillo, donde se encontraba, el 4 de abril de 1931, cuando fue ascendido a Primer Practicante.
Las elecciones que dieron lugar a la llegada de la República tuvieron lugar cuando todavía se encontraba en el Cánovas, esperando el momento de ser autorizado a trasladarse a Cartagena para tomar posesión de su destino, de nuevo en el Hospital Militar de Marina, lo que no ocurrió hasta el día 30 de abril.
Durante los años de la República, Enrique Martínez Godínez simultaneó su destino en el Hospital de Marina con el ejercicio de la Homeopatía. No se afilió a ningún partido político, a ningún sindicato; no perteneció a ninguna logia masónica. Era, eso sí, un republicano convencido, que había recibido con enorme alegría el advenimiento del nuevo régimen, por el progreso que suponía iba a significar para el país, pero jamás se destacó en el ambiente político.
Quizás el motivo de su detención, de su muerte, del secretismo sobre las circunstancias de ésta, habría que buscarlo en el destino que ocupara cuando estalló la rebelión del 18 de julio: Enrique Martínez había sido destinado, el 6 de junio de 1935, al Destructor “Lepanto” y a bordo de él se encontraba el día de la sublevación, a bordo del único buque cuyo comandante se mantuvo fiel a la República.
Por eso, en mi investigación, sobre las circunstancias de su muerte, he dado una gran importancia a los hechos ocurridos a bordo del Lepanto durante los primeros meses de la guerra, y éste va a ser uno de los apartados que a partir de ahora aparecerán en este blog: la investigación de las cinco causas judiciales que las autoridades franquistas abrieron en averiguación de los sucesos ocurridos en dicho buque.
En las próximas semanas podréis ir leyendo, en diferentes entregas, la relación de los hechos en boca de los  testigos y encartados en estas cinco causas. Es mi propósito, a través de estos relatos, contribuir a llevar a cabo el deseo que mi abuelo expresó en una de las cartas que envió a su familia desde la prisión: “Que se abra paso a la verdad”

DETENIDO:


El 20 de abril de 1939 fue detenido en su domicilio. Los agentes que se lo llevaron dijeron que era para someterle a la depuración. Nunca volvió a su casa. Cuando sus familiares fueron a preguntar por él, después de varios días de no saber nada, les respondieron que había salido en libertad.
Setenta años después de los hechos, al consultar su expediente de prisión, nos encontramos con la siguiente ficha:
TEXTO DE LA FICHA DE PRISION:

ANVERSO:

CUERPO: _____Aux. de Sanidad___________    EMPLEO:__Aux.1._____
APELLIDOS:____ Martinez Godinez_______________________________
NOMBRE:________ Enrique______________________________________
DOMICILIO:__ Santa Teresa 8 – Barrio Peral_________________________
DESTINO:__________ Lepanto______________________________
DESTINOS POSTERIORES: ______________________________________
SITUACION:  En       detenido  Fallecido_________________
FICHA NÚM: __________________________________________________



REVERSO:

VICISITUDES:   En 26 – 5 – 39. en libertad.-    En 28 –
 9 – 39 es fallecido.

A su hijo Antonio le mostraron su firma en el libro de salidas de la prisión, pero se dio cuenta inmediatamente que no era la de su padre, que se trataba de una firma falsificada. Le aseguraron que había salido de la prisión perfectamente, que probablemente lo encontraría en su casa cuando volviera. Pero nunca apareció.

¿Qué ocurrió durante el tiempo que estuvo en prisión? ¿Qué hechos se sucedieron entre el 20 de abril, fecha en que se lo llevaron de su casa y el 25 de mayo, día en que su cadáver apareció en una playa de Mazarrón?
Durante mucho tiempo, las autoridades estuvieron negando su muerte, pero la verdad no permaneció oculta para siempre, por mucho que lo intentaron. Hubo testigos de lo que ocurrió, hubo pruebas de lo sucedido. Poco a poco se fu abriendo paso la verdad, y hoy, finalmente, hemos podico reconstruir casi por completo los hechos que, poco a poco, iremos mostrando a través de estas páginas.


Éste es el texto de una de las cartas que envió desde el penal:

8 de Mayo de 1939
Querida Josefa e hijos: Me encuentro bien  lo mismo deseo os encontréis todos vosotros.
Recibí la carta de Lola y me dio mucha alegría saber de todos y en especial de ella y también recibí lo que me mandasteis.
Ayer domingo recibí unas letras de Antonio y quedé enterado de todo lo que me decía, desde luego esos señores a los que él se refiere han sido citados a declarar, lo cual estoy deseando pues de esta forma se irá abriendo paso a la verdad y vosotros  quedareis tranquilos pues yo soy incapaz de cometer semejantes disparates a pesar de que se que nunca abrigaríais vosotros esto de vuestro padre.
Cuando pueda ser me mandáis tabaco si puede ser y si no, tendré paciencia y me amoldaré a las circunstancias pues así hay que hacerlo y acostumbrarse a todo en este mundo. Supongo que recogeréis la ropa sucia que regularmente recogerá mi hermana Lola y se la llevará a su casa pues aprovechamos hacerlo juntos todo Aguilar y yo, así que en casa de Lola está todo.
Aquí pasamos los días aburridísimos pues no hacemos nada más que comer y estar sentados.
De la cobra creo que de hoy a mañana nos pagarán así que tan pronto lo hagan y yo vea el modo de dároslo, lo haré.
Cada vez que vaya algún chico a darme carta, a traerme algo, que diga que espera contestación y de esta forma, si cobré le daré el dinero y un papel para que firme el recibí.
Sin más por hoy un abrazo a todos y en especial a Carmelina y Pepita y uno grande de tu marido que te quiere
Enrique Martínez
Que le analicen los orines
a Lolita
Mandame una papeleta con Brionía y otra con Ipecacuana para Paco.



fotografía del anverso y reverso de la carta

Las cartas de Enrique Martínez llegaron a su familia gracias al peluquero del penal, que las pasaba camufladas en el interior del maletín en que portaba su instrumental.
A continuación, la transcripción de la segunda carta, escrita pocos días después de la primera:

Querido hijo: Me encuentro bien y hoy al recibir tu carta por mano del maestro peluquero, me das una inyección de optimismo muy grande en esto que me dices.
Desde luego, procura hablar con Don José Brotons por medio de su meritorio compañero mío Don Miguel Gutiérrez. Para esto puedes ir a la Muralla del mar (me parece que es el nº 7) pregunta o di que vas a Sanidad a ver a Don José Brotons y de esta forma lo verás y entonces le explicas la papeleta.
Sobre lo de Don Leandro, dile de mi parte que no lo deje de la mano y que me extraña mucho, no le hayan citado, pues di su nombre lo mismo que el del fogonero Madrid, dile que haga ese certificado y vea el modo de que llegue a manos del Sr. Juez que es, Don José María Mena.
Pedro Cerezuela y yo, estamos juntos, dormimos uno al lado de otro, así es que estamos al corriente de todo.
Sin más por hoy un abrazo de tu padre que te quiere
Enrique
Todavía no nombré a defensor por tener que elevarse a plenario mi causa y tan pronto lo hagan, me lo comunicará el Juez. Por esto, quiero que veas y hables a Dn José Brotons por si él quisiera serlo en caso de nombrarlo yo. En caso contrario, he pensado en un alférez de Infª de Marina, que se llama Don Joaquín Montaner Delgado que dicen que es bueno. Yo no lo conozco.







3 comentarios:

  1. Buen trabajo.
    Conocí esta historia del Tío Enrique en los años 50, cuando yo era un niño.
    Ignoraba su participación en El Lepanto y siempre pensé con horros y dolor en su terrible e injusta muerte ya que mi madre me lo describía como un hombre bueno, incapaz de hacer nada malo a nadie, fiel cumplidor y leal republicano.
    Persona humanista creía en la Medicina Homeópata y así se heredó en la familia, en Guillermo,que también levantaba sospechas en el Régimen por practicar esta "diabólica" y "masónica" medicina.
    No olvides, querida Pepa Martínez que alguien de tu familia llegó a saber o intuir quien fué el asesino que le mató.
    Recuerdo oirle decir que a los pocos días de esta terrible "hazaña" le mandaron a El Ferrol para poner tierra por medio y evitar consecuencias improbables pero posibles.

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  2. Muchas gracias pepita, por contarnos la historia de mi bisabielo; muchas gracias desde Venezuela.

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  3. Estoy alucinando. He puesto los apellidos de mi abuela por curiosidad si encontraba algo por aquí, y comienzo a leer... y resulta que mi abuela era hermana de Enrique! todo coincide con cosas que contaba mi padre, con la carcel, los nombres, ... Me encantaria conocer más cosas. Un saludo desde Cádiz

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