sábado, 4 de diciembre de 2010

¡Pero si este hombre está vivo!


     “Hay que concretar al máximo; si es posible, hacer constar exactamente el número de la causa que se quiera consultar”. Éstas son las indicaciones que dan los funcionarios del Juzgado Togado de lo Militar número 14 cuando nos dirigimos allí con la instancia para solicitar la autorización judicial para investigar en el Archivo Histórico de la Armada de Cartagena.
Mi pretensión era acceder al Archivo y tener acceso a los documentos que, desde 1939 a 1945, estuviesen relacionados con la temática del libro que quería escribir acerca del asesinato de mi abuelo, pero la respuesta fue que no se podía realizar una solicitud para investigar sobre un período de tiempo tan extenso y un tema  tan general, sino que había que referirse a una causa en concreto. Me dieron entonces el número de teléfono del Archivo para que preguntase si allí se encontraba depositada alguna causa en relación con mi abuelo, o su expediente de prisión, para que, en caso afirmativo, consignara su número en la solicitud.

Al explicar que quería consultar el expediente de Enrique Martínez Godínez, un marino que había estado detenido en el Penal Naval al terminar la guerra y al que mataron en mayo del 39, el Jefe de Negociado respondió:
-         ¡Pero si este hombre está vivo!
-         No, este hombre murió. Lo mataron en mayo del 39, de una paliza.
-         No murió ¡Si estaré yo acostumbrado a manejar expedientes…! Y a éste le falta la cruz que se les pone cuando han fallecido. Lo mismo da que hubieran sido fusilados o que muriesen de otro modo.
Si “este hombre” hubiese estado vivo habría tenido, en esa fecha, 118 años. Pero yo podía asegurar que murió en el 39. Podía citarle, incluso, los nombres de los dos testigos que, varios años después, habían testificado acerca de su muerte, ante un notario, para que su viuda pudiera cobrar, por fin, la pensión a que tenía derecho. Pero no era cuestión de discutir por ello. Lo importante era acceder a la documentación.

-         Sí. El expediente de prisión está aquí, pero la causa no existe.
-         ¿La causa no existe? ¿No se hallaba procesado?
-         Sí, se abrió un proceso. Aquí figura el número de la causa: es el 136/1939, pero no se encuentra aquí. Físicamente no existe.
-         ¿Cómo que no existe? ¿Acaso la han destruido?
-         No, no es eso. Aquí no se destruye ningún documento; pero se trata de expedientes muy antiguos. Este archivo se encontraba dividido en varios diferentes, que estaban ubicados en distintos lugares, y se han unificado recientemente, y ya se sabe lo que pasa con los traslados, que a veces, algunas causas se pierden… Hace muchos años de estas cosas.

Aunque la causa hubiese desaparecido, por lo menos existía el expediente de prisión, y seguro que si podía acceder al Archivo encontraría algún otro documento que me diese pistas que resultaran útiles para mi trabajo. Por ello solicité al Juzgado, dos días después, consultar la Causa con número de autos 136/1939 y todos los que dimanaran de ella hasta el año 1945.
Mientras esperaba la concesión del permiso, me dediqué a buscar otro tipo de documentación, como las reseñas de los periódicos, y solicité al Ministerio de Defensa su hoja de Servicios. Cuando recibí la respuesta, consistía en un cierto número de copias de las tomas de posesión en los diferentes destinos, que venían acompañadas de una nota en la que decía:”Estos datos  están sacados de su incompleto expediente personal, no tiene Hoja de Servicios y no figura ni la fecha de retiro ni la de fallecimiento”

Sesenta y nueve años después de lo ocurrido, sesenta y nueve años después de la aparición de su cadáver, a los tres días de ocurrida la muerte, y todavía se seguía negando que ésta hubiese tenido lugar…
 He aquí un ejemplo de lo que había oído, en una conferencia, decir a Pedro Mª Egea Bruno acerca de que a estas personas se les había condenado a morir por dos veces, en una primera ocasión, a la muerte física; después, a la muerte que suponía el olvido. Pero yo no lo iba a consentir, no iba a consentir que el nombre de Enrique Martínez Godínez quedara condenado a perderse en el olvido, del mismo modo que nadie de cuantos y cuantas nos encontramos luchando hoy por la Recuperación de la Memoria vamos a consentir que ninguno de los nombres de quienes dieron su vida por defender la Libertad queden relegados al olvido; pues si de inabarcables dimensiones fue la traición de quienes en el 1936 se levantaron en armas contra un gobierno legítimamente constituido, mayor aún, muchísimo mayor sería la nuestra, la de los ciudadanos y ciudadanas del siglo XXI, si no nos opusiéramos a que este olvido continuara, si no luchásemos porque de una vez, por todas, se abra paso a la verdad de lo que entonces ocurrió. Nuestro pueblo no puede olvidar su pasado, y no lo va a hacer, no está dispuesto a permitir que esto suceda.

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