domingo, 19 de diciembre de 2010

ENRIQUE MARTÍNEZ GODÍNEZ

ENRIQUE MARTÍNEZ GODÍNEZ
El 28 de junio de 1890 nació en Cartagena Enrique Martínez Godínez, hijo de Antonio Martínez Torres, conocido popularmente como “Antonio el Herrero”, hombre de gran cultura que simultaneaba el trabajo en la fragua con la práctica de la Homeopatía; fue, probablemente, el primer homeópata de Cartagena.
Enrique realizó los estudios de Practicante, con idea de continuar con la tradición como homeópata de su padre, como así hizo, aunque más adelante ingresó en el cuerpo de Auxiliares de Sanidad de la Marina.
Fue el 1 de abril de 1915 la fecha en que Enrique Martínez Godínez comenzó a prestar sus servicios como Aspirante a Practicante de la Armada en el Hospital de Marina de Cartagena.
Veinticuatro años después falleció a consecuencia de las torturas sufridas durante un interrogatorio en las dependencias del S. I. P., el día 25 de mayo de 1939.
Sus verdugos podrían haber dado a su muerte la misma explicación que se solía dar en otros casos similares, decir que se había debido a un suicidio, pero en lugar de ello, arrojaron al mar su cadáver, que apareció tres días más tarde en la playa del Alamillo, de Mazarrón.
¿Por qué intentaron ocultar el asesinato de esta manera tan burda? ¿Por qué falsificaron la documentación de su expediente de prisión, haciendo figurar que había sido puesto en libertad? ¿Por qué negaron su muerte durante mucho tiempo después de ocurrida?
La lectura del texto precedente podría conducirnos a suposiciones que nada tienen que ver con la realidad… creer que se trataba de algún importante dirigente político o sindical, pensar que se había destacado en sucesos de guerra, en hechos delictivos, en algún tipo de conspiración… Nada más lejos de la realidad.
El estudio de su expediente profesional no arroja ninguna luz sobre el tema: Ascendido a Segundo Practicante el 13 de noviembre de 1919, continuó prestando sus servicios en el Hospital de Marina hasta que embarcó en el Cañonero “Álvaro de Bazán” el 15 de febrero de 1921, permaneciendo a bordo hasta el 20 de febrero de 1923, en que regresó a su destino del Hospital de Marina de Cartagena.  Se encontraba entonces en posesión de la Medalla Militar de Marruecos con pasador de Tetuán. (R.O. de 10 D.O. nº 37) que le había sido concedida el 20 de febrero de 1923.
Como Segundo Practicante prestó servicios, sucesivamente, en la Enfermería del Arsenal, en la Fábrica Nacional de Torpedos y, finalmente, en el Cañonero Cánovas del Castillo, donde se encontraba, el 4 de abril de 1931, cuando fue ascendido a Primer Practicante.
Las elecciones que dieron lugar a la llegada de la República tuvieron lugar cuando todavía se encontraba en el Cánovas, esperando el momento de ser autorizado a trasladarse a Cartagena para tomar posesión de su destino, de nuevo en el Hospital Militar de Marina, lo que no ocurrió hasta el día 30 de abril.
Durante los años de la República, Enrique Martínez Godínez simultaneó su destino en el Hospital de Marina con el ejercicio de la Homeopatía. No se afilió a ningún partido político, a ningún sindicato; no perteneció a ninguna logia masónica. Era, eso sí, un republicano convencido, que había recibido con enorme alegría el advenimiento del nuevo régimen, por el progreso que suponía iba a significar para el país, pero jamás se destacó en el ambiente político.
Quizás el motivo de su detención, de su muerte, del secretismo sobre las circunstancias de ésta, habría que buscarlo en el destino que ocupara cuando estalló la rebelión del 18 de julio: Enrique Martínez había sido destinado, el 6 de junio de 1935, al Destructor “Lepanto” y a bordo de él se encontraba el día de la sublevación, a bordo del único buque cuyo comandante se mantuvo fiel a la República.
Por eso, en mi investigación, sobre las circunstancias de su muerte, he dado una gran importancia a los hechos ocurridos a bordo del Lepanto durante los primeros meses de la guerra, y éste va a ser uno de los apartados que a partir de ahora aparecerán en este blog: la investigación de las cinco causas judiciales que las autoridades franquistas abrieron en averiguación de los sucesos ocurridos en dicho buque.
En las próximas semanas podréis ir leyendo, en diferentes entregas, la relación de los hechos en boca de los  testigos y encartados en estas cinco causas. Es mi propósito, a través de estos relatos, contribuir a llevar a cabo el deseo que mi abuelo expresó en una de las cartas que envió a su familia desde la prisión: “Que se abra paso a la verdad”

1 comentario:

  1. Pues eso, Pepa, "que se abra paso a la Verdad". ¡Cuánto queda por hacer para rehabilitar la memoria de tantas y tantas personas, generosas, humildes, pero ante todo inocentes, que sucumbieron a la sinrazón y a los deseos de venganza posteriores a una guerra (in)incivil!
    Que tus esfuerzos se vean recompensados.

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