lunes, 5 de agosto de 2019

NO TODAS LAS VÍCTIMAS SON IGUALES



Este verano, a ochenta años del golpe de estado, desencadenante de la Guerra de España, está resultando pródigo, no únicamente en conmemoraciones de diversos acontecimientos sucedidos en esas fechas, sino en declaraciones ponzoñosas por parte de herederos/as del régimen franquista y de acciones revanchistas contra las decisiones de los ayuntamientos democráticos en lo relativo al cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica en materia de honores y denominaciones franquistas.
Así, los nombres de golpistas eliminados del callejero, vuelven, en varias localidades, a ser repuestos, en lo que constituye una burla cruel y macabra hacia sus víctimas.
En el ámbito de las declaraciones, (vuelta la mula al trigo) escuchamos de nuevo a los pregoneros de la suprema falacia ibérica afirmar y reafirmar, como si en los años cuarenta y cincuenta nos volviéramos a encontrar, las reiteradas mentiras acerca de la justificación del ataque al estado de derecho en julio de 1936, o, por otro lado, la versión más edulcorada, pero igual de falsa y mendaz, en cuanto a que “lo mismo hubo crímenes en uno que en otro lado” o a que “se nos quiere ofrecer, por la parte derrotada, una versión sesgada de la historia”.


Tengo ahora en mente a Pedro J. Ramírez y sus declaraciones radiofónicas acerca de la conmemoración del asesinato en el 5 de agosto de Las Trece Rosas; pero tengo, también, a quienes protestaron por la eliminación de los bustos de los asesinos Bastarreche y López Pinto y el monumento del yugo y las flechas en el municipio cartagenero, y a quienes dijeron en esa ocasión que “a ver si ahora van a quitar los nombres de los de un bando para poner a los del otro”, y recuerdo cuando, hace varios años, cierta persona me expuso la manera en que el hijo de sus cuñados, en una discusión con su padre, en la que se mostraba partidario del reconocimiento y reparación a las víctimas de la dictadura, respondió a lo que éste le planteó – que por qué no defendía lo mismo para los del otro bando que también fueron víctimas – que “ésos no lo necesitaban”. Y esta persona, que me lo contaba cargada de razones, para resaltar la parcialidad del chico, no daba crédito a que yo, una persona de edad cercana a la suya, a la que consideraba sensata e imparcial, le diera la razón al muchacho.

Voy a deciros algo:
Estoy harta de ser madura, sensata, educada e imparcial. Estoy harta de explicar las cosas con paciencia, de tratar de hacer pedagogía ante quienes sé que no me escuchan, que no atienden mis razones, y que no siguen el hilo de los razonamientos, por muy fundamentados que estén, porque hace ya mucho, pero que mucho tiempo que se apoltronaron en sus inamovibles posiciones.
Hace tiempo que dejé de esforzarme en discutir con quien no merece que invierta mi tiempo en ello, y por eso, lo que voy a exponer, no va dirigido a esa gente, sino a vosotras, a vosotros, que sí que estáis dispuestos a escuchar, a leer, a razonar antes de emitir un juicio. Y por si a alguien le viene bien refrescar un poco la memoria con algunos datos, traigo hasta aquí respuesta a esas afirmaciones acerca de que “todos fueron iguales” o de que “las mismas cosas hicieron los unos que los otros”


PRIMERO: Los muertos de los republicanos no fueron tratados del mismo modo que los muertos de los golpistas.

Una vez terminada la guerra, e incluso durante ella, el estado franquista se fijó como objetivos:
1: La búsqueda de sus muertos.
2: La exhumación, traslado e inhumación de sus combatientes muertos en campaña.
3: La búsqueda de sus desaparecidos.
4: La inscripción en el Registro Civil como fallecido o desaparecido de sus combatientes.

Mientras los vencedores llevaban a cabo medidas para poner en práctica estos objetivos, los combatientes republicanos caídos en combate, no sólo permanecieron en paradero desconocido, sino que ni siquiera se les concedió que sus familiares pudieran inscribirlos en el registro como tales.
 En cuanto a los ejecutados, a los muertos por consecuencia de las torturas, a las víctimas de los paseíllos… ¿qué decir que se desconozca? Fosas comunes, enterramientos en cunetas, arrojados al mar, o trasladados sus cadáveres a Cuelgamuros sin permiso de sus allegados… todos los muertos no son iguales; y mientras que unos recibieron honores, otros, ni siquiera pudieron ser llorados en público por sus familiares; incluso en algunos casos, se negó su fallecimiento con el mayor descaro, con el mayor cinismo posible (véase, por ejemplo, en mi libro “El hijo del herrero” el caso de mi abuelo, en que, aun habiendo aparecido su cadáver, se continuó negando por las autoridades la evidencia de su muerte, alegando que había huido al extranjero, y acusando a mi abuela de farsante, de comediante, e incluso amenazándola con llevarla a la cárcel, junto con sus hijos, si no se quitaban el luto).
Pero volvamos a las medidas tomadas respecto a los muertos franquistas: al principio de la guerra, en ambos frentes se enterraba a los muertos en combate en algún cementerio de un pueblo próximo, salvo en el caso de un número elevado de bajas, en el que se utilizaban grandes fosas comunes, debidamente señalizadas, inhumaciones que se llevaban a cabo con todos los honores y procediendo a su correspondiente inscripción de la defunción en el Registro Civil (en caso de personajes notables –Durruti en el frente republicano, o Mola en el rebelde, por ejemplo – se trasladaban a sus lugares de origen donde se les organizaban funerales que eran auténticos actos de masas) pero el nuevo régimen adoptó otras medidas: la búsqueda de sus muertos era prioritaria , y para ello, bajo la supervisión de Serrano Súñer, y dependiendo del Ministerio de Interior, se puso en marcha el enorme aparato estatal de agitación y propaganda que supuso el “culto a los caídos”. En la medida en que los avatares de la guerra lo fueron permitiendo,  y en los primeros momentos después de la victoria, dispusieron que los muertos en campaña fueran trasladados a sus lugares de origen, donde eran inhumados con todos los honores. Se dispusieron exenciones municipales por las inhumaciones, exhumaciones y traslado de los cadáveres de los combatientes franquistas, y las mayores facilidades para sus familiares; ningún impedimento legal para llevarlo a cabo. En el caso de las fosas comunes, por una Orden Ministerial de 23 de abril de 1940 (orden firmada por el cuñadísimo) se dispuso que se consideraran tierra sagrada, al cuidado de los ayuntamientos, a los que se les pedía que adoptaran las medidas necesarias para garantizar el respeto a los lugares en que reposaban los restos de las víctimas de la “revolución marxista”. Se trataba de un elemento más en la política de adoctrinamiento de las masas, de la que también formaron parte las beatificaciones y canonizaciones, los nombres de las vías y edificios públicos y la erección de monumentos, placas conmemorativas y concesión de honores (medallas de la ciudad, títulos de hijos predilectos, mayordomías de cofradías, etc…)  
Y no acabó ahí todo: La orden de 23/4/40 suponía la obligatoriedad para los propietarios de los terrenos en que se encontraban las fosas comunes de los rebeldes de permitir su acotamiento sin derecho a indemnización, sin derecho a reclamación, y asimismo, los ayuntamientos tenían que rendir cuenta del cumplimiento de la Orden a los gobernadores civiles.
Reitero: todos los muertos no fueron iguales. Mientras que los familiares de los combatientes gubernamentales muertos ignoraban el paradero de su sepultura, mientras que los seres allegados a las víctimas de la represión a partir del 1 de abril de 1939, ignoraban el paradero de los restos de sus familiares, los denominados “caídos por Dios y por España” estuvieron localizados en todo momento por las autoridades, lo que suponía que, si en algún momento los familiares de los “mártires de la cruzada contra el marxismo” reclamaban sus restos, podían hacerlo sin ningún tipo de trabas.
El culto a los caídos supuso  un elemento simbólico tan notable para el franquismo, que el caudilloporlagraciadedios invirtió la friolera de 353 millones de euros en honrarlos (la actualización a la economía presente de los 1.086,46 millones de pesetas de entonces).
Sus herederos alardean de no invertir ni un solo euro en subvencionar la búsqueda de las fosas comunes de los republicanos; los mismos que ironizan llamando buscahuesos a los miembros de las asociaciones memorialistas, los mismos que se refocilan llamando carcas a quienes “siempre están con la guerra del abuelo y la fosa de no sé quién” no tuvieron necesidad de que se publicara una Ley de Memoria Histórica de los vencedores; ya se la organizó el franquismo, sin reparar en gastos.


Todos los muertos no son iguales. En los registros no se inscribieron todas las muertes de los republicanos, a causa del miedo: miedo a tratar con los empleados del juzgado o del ayuntamiento; miedo a las represalias por ser familiar de “un rojo”; miedo a pedir a nadie que testificara sobre la muerte, para que no se comprometiera… y mientras que menos de la mitad de las muertes de republicanos se inscribieron, las autoridades ponían un escrupuloso cuidado en que la totalidad de sus desaparecidos y sus muertos se inscribieran en el censo, con la frase “Muerto gloriosamente por Dios y por España”

SEGUNDO: Los combatientes franquistas y sus familiares gozaron de una gran serie de prebendas económicas:

1: Pensiones para los familiares de civiles y militares.
2: Subsidios para las familias de combatientes civiles.
3: Subsidios para los excombatientes y sus familias.
4: Jornales, pensiones y privilegios para los miembros de la División Azul.

El franquismo se empleó a fondo para implantar en el país una nueva estructura socioeconómica tras la guerra, mediante privilegios, ayudas y prebendas para afectos y soldados “nacionales” y posiciones de dominio para los industriales y financieros que apoyaron la sublevación, mientras los republicanos veían esfumarse sus patrimonios a base de incautaciones.
La incautación de patrimonio, tierras y negocios a los derrotados se centralizó a partir de 1937 por la Comisión Central de Bienes Incautados; al mismo tiempo se sucedían las multas, destierros y otras sanciones, mientras se repartían privilegios a los vencedores.


Desde marzo de 1938, el artículo 16 del Fuero del Trabajo reservaba “a la juventud combatiente los puestos de trabajo de honor o de mando” a “los que tienen derecho como españoles y han conquistado como héroes”

El 13 de octubre de1939, apenas tomada posesión como jefe del Estado fascista, Franco firmó el decreto por el que se fijaron las normas para la concesión de pensiones  a favor de los familiares de jefes, oficiales y clases del ejército desaparecidos con sospecha de que hubieran sido muertos por los republicanos, por un importe del 50 % del sueldo que con anterioridad disfrutara el causante. Esto quedó institucionalizado definitivamente según la O.M. de 29/4/1940, por la que se conceden pensiones a favor de los familiares de los militares desaparecidos.

Las pensiones para mutilados y familias de fallecidos, salían de la venta de tabaco, café y perfumes y de la venta de entradas a los espectáculos (se llevaban un 10%). A esto se sumó el reparto de viviendas y la reconstrucción, a cuenta del Estado, de los negocios dañados.

Además, se conceden subsidios para los combatientes civiles y los familiares de civiles afectos al régimen, y se toman medidas para garantizar a este colectivo el puesto de trabajo.
Así, hasta 1939 se reservaba el 80 % de los empleos públicos que se convocaran y de las vacantes de las empresas privadas para los excombatientes y sus familiares, para los heridos de guerra, familiares de los fallecidos en combate, excautivos y mutilados de guerra.
A partir de entonces, se reservó la mitad de los empleos para estos mismos colectivos; pero llegado un momento, había que hacer sitio también en los empleos públicos para sus hijos, por lo que, a partir de 1947, se redujo el porcentaje, quedando en una reserva del 28 % para los afectos al régimen. Y no quedó en esto, sino que se creó un nuevo filón de empleos, al dejar en exclusiva para los excombatientes y sus familias la concesión de los estancos, las gasolineras y las administraciones de lotería.


La Ley de 22 de julio de 1939 dice en su preámbulo: “La concesión de Administraciones de Loterías y de Expendedurías de productos monopolizados constituye uno de los medios adecuados para cumplir el deber de los que han luchado en los campos de batalla o sufrido más directamente las consecuencias de la guerra y de la barbarie enemiga. Es misión propia del Estado remediar así en lo posible las inevitables desigualdades producidas entre los españoles por dichas causas, procurando que aquéllas a quienes éstas afectaron con mayor intensidad, muchas veces por ser los que de modo más entusiasta y activo se unieron al Movimiento Nacional no carezcan de los recursos necesarios para su sostenimiento”. Y en su artículo 2º expresa: “Tendrán derecho de preferencia a las administraciones de Loterías y Expendedurías de la Compañía Arrendataria de Tabacos las viudas y huérfanas solteras de los fallecidos en el frente de batalla o a consecuencia de las heridas recibidas en el mismo; de los asesinados bajo dominación marxista por su adhesión a la Causa Nacional; o de los que prestaron al Movimiento relevantes servicios. Esta prelación se entenderá sin perjuicio de los derechos que puedan corresponder a los Mutilados de Guerra por la Patria, con arreglo a lo prevenido en el Reglamento de dicho Benemérito Cuerpo, aprobado por Decreto de 5 de abril de 1938”


Mientras tanto, los familiares de republicanos carecían de pensión, los represaliados perdieron su puesto de trabajo, y una multitud de familias quedó condenada a la mendicidad o, en el mejor de los casos, a vivir a expensa de la solidaridad de personas próximas que se encontraran con unas ligeras posibilidades por encima de las suyas. Miles de niños y niñas acudían a los comedores del Auxilio Social; un 60 % de las familias se vio obligado a vender las pocas pertenencias que les quedaran para poder sobrevivir, y muchas de ellas quedaron reducidas a la situación de pobres vergonzantes.
Si todos los muertos no eran iguales, todos los vivos eran menos iguales todavía.


Por eso, cuando pedimos reparación para las víctimas del franquismo, no estamos dispuestos a escuchar que todas ellas fueron/eran/son iguales; las suyas ya recibieron la reparación, ya recibieron los honores, ya fueron veneradas durante más de dos generaciones. Por eso, para todas las víctimas del franquismo, no dejaremos de pedir VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN, y garantías de NO REPETICIÓN.

Parte de estos datos extraídos de:
 “La Memoria Histórica de los vencedores de la guerra civil”, de Mariano Maroto García (ciudadanosporelcambio.com)
“El régimen franquista adjudica a sus partidarios la venta de tabaco y loterías en Barcelona”, de Marc Pons (El Nacional.Cat)
“La otra victoria de los excombatientes: empleo y dinero en un país hambriento”, de Eduardo Bayona (Público)

lunes, 17 de abril de 2017

VIII JORNADAS DE MEMORIA HISTÓRICA EN CARTAGENA



VIII JORNADAS MEMORIA HISTÓRICA

Esta primavera, la Asociación Memoria Histórica de Cartagena celebra sus VIII Jornadas, jornadas que se llevan a cabo en un momento en que la injusticia y la desigualdad conforman la realidad de de nuestro entorno.

Frente a esta desigualdad, frente a esta injusticia, lo único que podemos oponer es la unidad de todas aquellas personas que continuamos pensando que es posible la igualdad, que es posible vivir una democracia en libertad, que es posible unirnos en la fraternidad para luchar contra la injusticia.
​UNIDAD: éste es el lema que la asociación propone para las Jornadas de Memoria Histórica del año 2017. Y esta palabra es la que debe aglutinar a las personas y organizaciones demócratas que, a tanta injusticia, queremos oponer los valores de la Solidaridad.


El primer acto, la proyección del documental "El Movimiento Democrático de Mujeres: de la clandestinidad a la libertad", seguido de la mesa redonda sobre "La lucha feminista durante el franquismo" tendrá lugar el miércoles, 19 de abril, a las 19,30 en la Residencia Universitaria Alberto Colao.


El viernes, 21 de abril, será la obra de Miguel Hernández "El labrador de más aire", la que se representará en el Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy, a las 20,00 horas. 


Para hacer visible la necesidad de la unidad, se unirán organizaciones sociales y culturales, ONGs, partidos y sindicatos en la conmemoración del DÍA DE LA LIBERTAD que, este año, se celebrará el día 23 de abril.


Los actos de ese día comenzarán con un homenaje a los republicanos fusilados por el régimen franquista, que tendrá lugar a las 12,00 horas en el cementerio Ntra. Sra. de los Remedios; continuarán con la caravana de coches por la libertad, desde el cementerio hasta la A.VV. de Bº de la Concepción, y culminarán en la "Fiesta de la Libertad", en el local social de dicha asociación, que comprenderá una comida-convivencia, interpretación dramática, actuaciones musicales y actividades para la gente menuda.


El 28 de abril, en la Residencia Universitaria "Alberto Colao", tendremos la conferencia-homenaje a Isidro Pérez San José, alcalde republicano de Cartagena.


Terminarán estas jornadas con la visita a Orihuela y sesión de lectura de poemas en la casa de Miguel Hernández, el 27 de mayo, actividad final de las que se han realizado con motivo del Año Hernandiano.





Unas jornadas en que la Asociación Memoria Histórica de Cartagena ha tratado de diversificar la temática y el tipo de actividades que las componen de manera que satisfagan a un público lo más extenso posible. Bienvenidas sean. 

domingo, 27 de noviembre de 2016

ESPOSAS

La guerra civil se encontraba próxima a su fin.
Sus hombres de encontraban en el frente de Madrid, la ciudad resistente al fascismo que ya daba sus últimas boqueadas, y esas valientes mujeres se encaminaron a reunirse con ellos, a verles, quizás por última vez.
Desde Yecla hasta Madrid el camino era largo, duro, difícil... pero armadas de coraje, con la fuerza que da el amor, allí se encaminaron.
Cuando el capitán las vio llegar, admirado por el gran valor de esas mujeres, les dio a sus maridos permiso para pasar una noche con ellas - quizás una última noche - y en los túneles del metro, mientras las bombas caían sobre la ciudad cercada, se refugiaron las parejas en un último acto de amor desesperado.

Ramón, hijo de una de esas bravas mujeres, es hoy un poeta y cantor, la VOZ DEL ALTIPLANO, conocido en su pueblo por "Ramón el de la gubia".
Este poeta ha escrito una canción inspirada en esas mujeres que en esas turbulentas jornadas del 39 marcharon al encuentro de sus maridos, defensores de la República.

Esa canción fue incluida en el repertorio del concierto "Canciones de exilio y libertad", del 11 de noviembre, una de las actividades del pasado mes organizadas por la Asociación Memoria Histórica de Cartagena, y aquí os reproduzco su letra.



" ESPOSAS " (Ramón Palao)

Partieron en un tren de madrugada
sus hombres esperaban,
cuando en la piel de España, ensangrentada,
dos bandos se enfrentaban.

Llevaban en sus manos campesinas
la caricia de la tierra y el perfume de una flor,
esposas que buscando una trinchera
dejaban la vida entera para encontrar a su amor.

Olvida esta noche las banderas y ámame
mañana al despertar la madrugada
tú y yo no seremos nada, quédate.

Amor contra la pólvora asesina
que muerde las esquinas del dolor.

Algunas trajeron en sus manos
una rosa de amor republicano
pero otras no tuvieron tanta suerte
y volvieron con el beso de la muerte.

Esposas que buscando una trinchera
dejaban la vida entera para encontrar a su amor.
Amor contra la pólvora asesina
que muerde en las esquinas del dolor.

Partieron en un tren de madrugada
sus hombres esperaban…


lunes, 24 de octubre de 2016

EL PUNTO FINAL NO SE PUEDE PONER DONDE SE QUIERA


El 21, en Archena, debatiendo sobre la Ley de Memoria Histórica, en representación de la Asociación Memoria Histórica de Cartagena, cité a Celia Amorós afirmando que "No se puede poner donde se quiera el punto final".
Me encontraba en la mesa junto a Diego Jiménez, que representaba a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Murcia, en un acto organizado por el Ateneo Villa de Archena y que moderó José Ángel Herrero, presidente de la Comisión Gestora de la Federación de Asociaciones Memorialistas de nuestra región, y tras la intervención de Diego, que expuso los antecedentes de la ley y analizó su articulado, planteé que las asociaciones memorialistas no nos sentimos satisfechas con la promulgación de esa ley.

No podemos sentirnos satisfechas porque no reconoce los derechos ni cumple con ninguna de las exigencias de las víctimas de la represión franquista. La ley no proporciona VERDAD, no proporciona JUSTICIA, no proporciona REPARACIÓN.

Recalqué que durante la Transición se perdió la oportunidad de reparar a las víctimas del franquismo, y de igual modo se volvió a perder con la Ley de Memoria Histórica, una ley que supuso para el Estado un paso atrás, al no asumir ninguna responsabilidad por los crímenes que se cometieron durante la guerra civil y el franquismo.
Con su promulgación se podrían haber cerrado definitivamente las heridas provocadas por los crímenes que el sistema judicial estableció para perseguir a los opositores del régimen, pero no se hizo porque no se dieron los pasos significativos para resarcir a las víctimas, ignorando el Convenio para la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y Lesa Humanidad, y no estableciéndose la anulación de las condenas dictadas tras juicios injustos.

Tras hacer mención a las advertencias de Amnistía Internacional sobre que con el proyecto de ley caminábamos hacia una "Ley de Punto Final" y la forma en que el gobierno demostró su falta de voluntad política para garantizar los derechos de las víctimas, en una intervención que no voy a repetir aquí debido a su extensión, hablé sobre los mimbres con que se tejió el actual cesto de la mal llamada "Ley de Memoria Histórica", que por haber nacido mutilada anuló las posibilidades de reconciliación que se podrían haber derivado de la consecución de las ansias de reparación, pero éstas no se alcanzaron.

Cité después a Celia Amorós, cuando en su artículo "Perdón e inscripción" planteó que "Una deuda debe ser satisfecha para despertar entre deudores y acreedores la posibilidad de alianza, porque para conmutar ofensas hay que constatar y contrastar inscripciones", Así, afirmó que el punto final no se puede poner donde uno quiera.

Frente a nuestras reivindicaciones se pronuncian palabras como dignidad, concordia, conciliación, capacidad de reconciliación... hermosas palabras prostituidas por los labios de quienes hoy las pronuncian en un intento de disimular lo indisimulable: que nunca olvidaron su espíritu revanchista, que permanecieron hasta hoy agazapados en sus posiciones pseudodemocráticas, en espera del momento que sabían que, al final, llegaría: el momento de la involución.

Quienes hoy ejercen el poder son los mismos que lo ejercitaron ayer, y están volviendo a pasos agigantados a su postura de ayer como implacables violadores de los derechos humanos, como autores de una legislación represiva, como artífices de un sistema económico injusto que condena a la miseria a la mayoría de la población, y de un sistema judicial que persigue a quienes se le oponen.

El gobierno socialista de Zapatero, promulgó en 2007 una ley, la de la Memoria Histórica, que además de no reconocer la condición jurídica de las víctimas del franquismo, relega al ámbito familiar o grupal su memoria individual y colectiva, dejando en manos privadas las exhumaciones de los asesinados –que borran las huellas judiciales de los crímenes al tratarse de exhumaciones extrajudiciales- sirviendo de coartada para la vigencia de una ley de impunidad y de punto final, como es la ley de Amnistía de 1977, en pleno vigor en la actualidad, y cuyo ejemplo lo tenemos en lo que ocurre con los franquistas reclamados por la QUERELLA ARGENTINA

Poco más añadí después de eso, salvo que las asociaciones memorialistas nos encontramos constantemente con los palos que ponen a nuestras ruedas las instituciones, porque los herederos del régimen dictatorial no tienen una auténtica ley de reparación a las víctimas del franquismo que se les oponga. La Ley de Memoria Histórica es una ley que no satisface a nadie, pero mientras que conseguimos su sustitución por una norma que realmente nos lleve a la auténtica reparación a las víctimas del franquismo, podemos recurrir a a ella  para conseguir unas mínimas reivindicaciones, como, por ejemplo, la desaparición de los símbolos, y unir a las pocas posibilidades que nos ofrece para conseguir nuestros logros, el entusiasmo y la fuerza que ponemos en nuestra lucha. Y así, de este modo, es como tenemos que continuar.


lunes, 27 de junio de 2016

CITANDO A MACHADO


En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa.

No os hagáis más la pregunta. No hace falta explicación.

jueves, 23 de junio de 2016

ISIDRO, RELATO DEL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE ALBATERA


Recientemente tuve el honor de participar en la presentación en Cartagena de "ISIDRO", de Isabel Mª Abellán, presentación que tuvo lugar en el Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy.


Cuando se me invitó  para representar en esa ocasión a la Asociación Memoria Histórica de Cartagena, indicándome que se trataba de un libro sobre el Campo de Concentración de Albatera, escrito por una cartagenera, acepté sin conocer aún el título del libro ni el nombre de su autora, acepté encantada, porque fuera una mujer quien escribía acerca de este tema,  ya que hay bastante escasez de mujeres en el ambiente memorialista. El género femenino se encuentra en minoría, tanto en el mundillo de la investigación como en el de la publicación o del asociacionismo de la Memoria Histórica.


Así, quienes siguen habitualmente las actividades organizadas por la AMHC, habrán podido observar que la mayoría de ponentes de nuestras conferencias son hombres.
Recuerdo, además,  cuando hace un tiempo acudí a un encuentro de ámbito regional de investigadores históricos… no puedo decir de investigadores e investigadoras, en todo caso diría de investigadores e investigadora, porque yo era la única mujer en esa ocasión. y muchas otras ocasiones en que he asistido a encuentros de la Memoria Histórica, he constatado, también, que en la mayoría de las ocasiones, la presidencia de las asociaciones era ostentada por hombres. 
Pues bien, cuando me dijeron que una cartagenera había escrito un libro sobre la vida en el Campo de Concentración de Albatera, recordé una novela histórica, también escrita por una cartagenera, y que trataba de rescatar del olvido ese trozo de memoria histórica correspondiente al periplo de un hombre que, partiendo de los días previos a la etapa republicana, hace un recorrido por nuestra historia hasta dar con sus huesos en un campo de concentración; esa obra se titulaba “La línea del Horizonte” y cuál no sería mi sorpresa, cuando me enviaron el libro, titulado “ISIDRO. Relato del campo de concentración de Albatera” y vi que estaba escrito por Isabel María Abellán, la autora de “La línea del horizonte”.

Hace unos ochos años, la Asociación de Mujeres Clara Campoamor de Orihuela, nos invitó a un encuentro a dos escritoras. Yo fui a presentar mi libro “Trasbordo al tren de la libertad” e Isabel Mª Abellán, lo hizo con “La línea del horizonte”. Fue allí donde vi por primera vez a la autora de esta magnífica obra, y tengo que decir que me impactó enormemente, tanto la experiencia que expuso en su intervención en la presentación, como "La línea del horizonte" en sí.


En aquel libro se parte de una experiencia personal, como es la conversación de la protagonista con su tío enfermo, en el hospital, que le conduce en un recorrido por el pasado, desde Asturias a Cartagena, el primer lugar donde decía el anciano haber probado por primera vez el pescado, al poco de terminar la guerra, para continuar, una vez fuera del hospital, cuando se entremezclan los cuidados al enfermo convaleciente con la narración de los dolorosos recuerdos de una época de privaciones y de tristezas, de posterior esperanza, que desembocó en una etapa de guerra, de temor y de represión, en un recorrido que nos lleva hasta el 29 de marzo del 39, en Alicante, fecha en que quedaron sepultadas las esperanzas de tantos republicanos y republicanas que no pudieron escapar de las venganzas del final de la contienda, para transmitirnos el horror de aquellos días para los desgraciados que sobrevivieron en el Campo de los Almendros en condiciones infrahumanas.



En Isidro también se parte de una experiencia personal.

Quienes nos hemos movido en este campo de la Memoria Histórica, llega un momento en nuestras vidas en que nos encontramos con una etapa de nuestra reciente historia que nos remueve la conciencia, que nos impacta de una manera especial, y que nos lleva a ahondar en el tema, llevadas por un incontrolable deseo de saber y saber, de saber cada vez más.
Y yo creo que el hecho de haber pasado una etapa de su vida profesional en Albatera, ese lugar en cuyo entorno se vertieron tantas lágrimas, se perdieron tantas esperanzas, tiene que haber impactado de una manera especial en el espíritu de Isabel Mª Abellán moviéndole a querer y querer saber cada vez más, como acabo de indicar.


El libro parte de la experiencia personal de una mujer que, anónimamente, se pone en contacto con ella, de un anciano que le dice que quiere que hablen y, poco antes de morir, le transmite sus recuerdos de lo vivido en el campo de concentración de Albatera, y de otras muchas personas, que después se le acercan para contarle sus experiencias.
Cuando en las jornadas sobre el Campo de Concentración de Albatera acude nuestra autora a hablar sobre su primera novela, un joven le presentó a su padre. Comienza así a gestarse “ISIDRO”, partiendo de los recuerdos del protagonista real de estos hechos.


Isabel Mª Abellán es una escritora, no un escritor. Y las mujeres nos acercamos a la historia con otra mirada, una mirada diferente a aquélla con la que se suelen acercar los hombres. Cuando una mujer escribe una novela histórica, una historia novelada, o un libro de Historia, está contemplando la Historia desde una perspectiva diferente, está bajando a los detalles pormenorizados y habituales con un sentimiento, con una actitud especial, con la necesidad de PONER ROSTRO a los protagonistas, a las protagonistas de la Historia.
Poner rostro, poner nombre… Eso lo hace Antonina Rodrigo en “MUJERES DE ESPAÑA. Las silenciadas”. En “LAS OLVIDADAS” lo hace Ángeles Caso, en “ASALTO A LOS CIELOS” lo hace Irene Falcón, María Antonia Iglesias en “MAESTROS DE LA REPÚBLICA” y Mª Victoria Fernández, en “EL EXILIO DE LOS MARINOS REPUBLICANOS”
Y cuando las mujeres investigadoras, cuando las mujeres escritoras, nos dirigimos así a la Historia, se proyecta en nosotras lo que nuestras abuelas y nuestras bisabuelas hacían cuando narraban sus historias, sus anécdotas vitales, y estamos, de esa manera, contribuyendo a que la historia sea más viva, más interiorizable, más nuestra…
¿Por qué las mujeres leemos más ficción y menos historia? Porque la Historia la escriben, habitualmente, los varones, y suelen escribir sobre ella desde otra perspectiva, con otros matices en la mirada, con una manera de entender la Historia que nos hace que no sea tan nuestra.

Y esa necesidad de hacer nuestra la historia, se hace más patente en el caso de la Memoria Histórica.
Hace un par de meses tuve una conversación con dos investigadores cartageneros: Antonio Martínez Ovejero y Pedro Mª Egea Bruno. Coincidíamos en la necesidad de poner nombre y poner rostro a las víctimas de la represión, a las víctimas del franquismo.
Pues para eso necesitamos que mujeres como Isabel Mª Abellán se dediquen a escribir.
Porque los detalles en los que ella llega en su ISIDRO, detalles como el trabajo del protagonista por disfrazar con el gorro y la peluca y forrarle la cazadora para que pareciese más gordo, a ese compañero, antiguo alcalde que quería evitar que lo reconocieran los falangistas de su pueblo cuando iban al campo en busca de antiguos enemigos, futuras víctimas… detalles como el del anarquista que llevaba el crucifijo al cuello, que se ofrecía para cuidar a un muchacho aislado por una fuerte infección, aquél que todo el mundo huía, porque se enrollaba más que las persianas, y al que le decían   sus paisanos: “Como me vuelvas a contar otra vez la historia del primer anarquista de la historia que murió para salvarme de mi puta vida, me largo de tu bar sin pagar y no vuelvo nunca más”… detalles como el de la historia de amor entre Isidro y Käte, la judía alemana que viene a Barcelona huyendo de los nazis y acaba como enfermera en el frente… detalles como el de Isidro temblando de fiebre, sin poderse mover para acercarse por la comida, y con un estreñimiento que arrastraba desde hacía 25 días, con unos dolores que no le dejaban respirar, con unas pesadillas terribles, y el compañero cuidándolo, con ese desenlace en que les mandaban de fuera un saco con naranjas y lechugas, y después de comérselas, pudo al día siguiente ir a las letrinas y pensar entonces que quizás el destino fuera a ser benévolo con él…detalles como el de la carta de su esposa que recibe, después de un recorrido de lo más accidentado, uno de los presos, que constata así que ella y sus hijos continúan con vida…
Estas experiencias vitales tienen que acompañar las cifras, los porcentajes, los nombres de las batallas… las experiencias de los hombres y mujeres de a pie tienen que completar los datos, los nombres de los dirigentes, las crónicas de las ciudades, los discursos del parlamento, las páginas y páginas de las causas judiciales…
La vida cotidiana, las esperanzas, las alegrías, la desesperación o la amargura de las gentes tienen que acompañar y completar los hechos históricos, porque la historia colectiva se estructura partiendo de las historias individuales.
Esto ha hecho Isabel Mª Abellán en el relato del campo de concentración de Albatera titulado con el nombre de uno de los protagonistas de nuestra historia: partir de las memorias individuales para trascender así a la gran memoria colectiva.
Así es como nos acercamos a lo que Javier Cercas denomina “la mal llamada Memoria Histórica” y yo prefiero llamar “la grandeza de nuestra Memoria Histórica”.

Gracias, Isabel, por habérnosla acercado con este libro.

martes, 19 de abril de 2016

VENCERÉIS PERO NO CONVENCERÉIS



VENCERÉIS PERO NO CONVENCERÉIS
Así respondió Miguel de Unamuno al grito "¡Viva la muerte!" lanzado por Millán Astray en mitad del discurso en que el escritor, el 12 de octubre de 1936, día en que coincidió la apertura del curso universitario con la celebración del llamado "Día de la Raza", expresó que no podía convencer el odio que no deja lugar a la compasión, que no podía convencer el odio a la inteligencia.

Paraninfo de la Universidad de Salamanca, escenario de estos hechos
Es éste el discurso interrumpido por el mutilado general, discurso que don Miguel no tenía intención de pronunciar. Al contrario, sin intención de hablar, se había limitado a tomar notas, pero al escuchar de los oradores la repetición de los tópicos sobre "la antiEspaña", no pudo reprimirse, se levantó y comenzó a decir:
"Ya sé que estáis esperando mis palabras, porque me conocéis bien y sabéis que no soy capaz de permanecer en silencio ante lo que se está diciendo. Callar, a veces, significa asentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Había dicho que no quería hablar, porque me conozco. Pero se me ha tirado de la lengua y debo hacerlo. Se ha hablado aquí de una guerra internacional en defensa de la civilización cristiana. Yo mismo lo he hecho otras veces. Pero esta, la nuestra, es solo una guerra incivil. Nací arrullado por una guerra civil y sé lo que digo. Vencer es convencer, y hay que convencer sobre todo. Pero no puede convencer el odio que no deja lugar a la compasión, ese odio a la inteligencia, que es crítica y diferenciadora, inquisitiva (mas no de inquisición).
Se ha hablado de catalanes y vascos, llamándoles la antiespaña. Pues bien, por la misma razón ellos pueden decir otro tanto. Y aquí está el señor obispo [Plá y Deniel], catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer. Y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española que no sabéis. Ese sí es mi Imperio, el de la lengua española y no...  "
Un murmullo creciente interrumpió las palabras del profesor, alguien del público gritó "¡Viva la muerte!", y el militar exclamó "¡A mí la Legión! ¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!".
Un grupo de falangistas saludó con el brazo en alto el retrato del general Franco, después de que el general continuara con los gritos de "España ¡Una!, España ¡Grande! España ¡Libre!" 
Se produjo un silencio mortal, y unas miradas angustiadas se dirigieron al filósofo, que respondió:
"Acabo de oír el grito de ¡Viva la muerte! Esto suena lo mismo que ¡muera la vida! Y yo, que me he pasado toda mi vida creando paradojas que enojaban a los que no las comprendían, he de deciros como autoridad en la materia que esa paradoja me parece ridícula y repelente. De forma excesiva y tortuosa ha sido proclamada en homenaje al último orador, como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte. El general Millán Astray es un inválido de guerra. No es preciso decirlo en un tono más bajo. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no se tocan ni nos sirven de norma. Por desgracia hoy tenemos demasiados inválidos en España y pronto habrá más si Dios no nos ayuda. Me duele pensar que el general Millán Astray pueda dictar las normas de psicología a las masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes se sentirá aliviado al ver cómo aumentan los mutilados a su alrededor. El general Millán Astray no es un espíritu selecto: quiere crear una España nueva, a su propia imagen. Por ello lo que desea es ver una España mutilada, como ha dado a entender.
Este es el templo del intelecto y yo soy su supremo sacerdote. Vosotros estáis profanando su recinto sagrado. Diga lo que diga el proverbio, yo siempre he sido profeta en mi propio país. Venceréis pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho. Me parece inútil pediros que penséis en España."
A pesar de que muchos militares echaron manos de sus pistolas, Unamuno pudo salir ileso, al coger del brazo a Carmen Polo y dirigirse al automóvil que le condujo hasta su domicilio.
Residencia de Miguel de Unamuno
Su acción le supuso que le fuera retirada el acta de concejal, ser destituido por Franco de su cargo de rector y pasar bajo arresto domiciliario los pocos meses que mediaron hasta su muerte, el 31 de diciembre de ese año.
Así acabó sus días este filósofo y escritor de la Generación del 98, republicano de corazón, pero descorazonado de la República a causa de la Reforma Agraria, la política religiosa y la clase política, que había apoyado, en un principio, a los rebeldes, porque pensaba que representaban la defensa de la tradi ión cristiana, pero que pronto, ante el cariz de la represión en Salamanca, cambió de opinión y lo manifestó públicamente con este discurso.