Jueves, 16 de mayo de 2014.
En el salón
de actos de la residencia universitaria "Alberto Colao", Floren Dimas
expuso su conferencia "¿Quién teme a la Memoria Histórica?, conferencia en
la que analizó cada uno de los aspectos y contradicciones de la actual ley
de Memoria Histórica, una ley que no satisface a ninguna asociación
memorialista, que no reconoce los derechos de las víctimas y que no se ajusta a
las normas de derecho internacional.
Expuso el modo en que la Ley de Memoria Histórica no pasó de ser
más que una coartada para que el gobierno español mantuviera frente a las
miradas de los países democráticos el resultado de los acuerdos de los Pactos
de la Moncloa y el decreto de amnistía de 1977, pacto de silencio que, lo que
hizo en realidad, fue establecer una ley de punto final para los verdugos de la
dictadura franquista, a quienes se ofreció la impunidad definitiva.
Esta ley de consenso (¿consenso con los herederos del
franquismo?) no es una ley ejecutiva, ya que no establece plazos para su
cumplimiento y que no se lleva a la práctica, tal y como estamos viendo,
pues al no tener carácter ejecutivo, los ayuntamientos se amparan en su
inconcreción temporal para oponerse a la retirada del callejero franquista; se
trata de una ley que queda por debajo, incluso, de la promulgada en 1981 por la
UCD, que permite la existencia de placas dedicadas a los caídos en las
iglesias, que iguala a los vencedores golpistas con los republicanos
represaliados por defender la legalidad, y que intenta controlar y desvirtuar
el movimiento memorialista.
Es interesante comparar la actitud ante la Memoria Histórica que han mantenido los diferentes gobiernos españoles con la postura claramente antifascista que podemos observar en Alemania frente al nazismo, según expuso Floren Dimas en la parte final de su charla, en que aludió a la total desaparición de símbolos nazis en las calles de Berlín y a las referencias homenaje a las víctimas del nacional-socialismo, presentes constantemente en calles, museos, libros de texto, etc... alemania, como los demás países europeos que han sufrido, de una u otra manera, el yugo de los regímenes totalitarios, no precisan ley alguna de la memoria histórica; al contrario, tienen mucho que enseñar al pueblo español en la difícil asignatura del ejercicio democrático.
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