En los primeros momentos de aparición de este blog transcribí parte del testimonio de Dolores, mujer nacida en 1919, que fue testigo de muchos de los más importantes hechos acaecidos en Cartagena durante los tiempos de la II República, de la guerra y la posguerra.
Fue acerca de esa última etapa la parte de su testimonio que reflejé entonces. Dolores falleció hace un mes, sin haber visto publicado el libro para cuya elaboración tan generosamente compartió conmigo sus recuerdos. Hoy quiero publicar en este sitio aquella parte de la entrevista que con ella sostuve que se refiere a la primera etapa de su relato:
En aquella época había mucha envidia… había mucha miseria… y mucha gente analfabeta. Y además, mucha gente beatona, mala… Yo lo sé porque mi tío iba con los republicanos antes de que la República llegase… iban a los campos de por aquí, y siempre les llevaban a todos, a todos los pueblos, que eran muy pobres… el Campo de Cartagena era muy pobre… Balsa Pintada, Lobosillo, todo eso… eran pobres, pobres, que no tenían ni para comer… porque era… como no llovía, claro, y eran de secano… no tenían dinero para plantar, porque, claro, a veces, aunque lloviera, no tenían dinero para las semillas… eran muy pobres. Y todas las chicas que venían a servir a las familias de Cartagena, venían de los campos y no sabían ni leer ni escribir, ni nada… Pues bien, mi tío y los otros republicanos, todo el cogollo de Cartagena… les daban dinero y comida, porque eran muy pobres… Eso pasaba con Corvera, que era un sitio donde vivían muy mal, y con otros muchos sitios…
Aquí, en Quitapellejos, había un diputado por Murcia, Antonio Navarro, que era maestro-escuela, y era una persona buenísima… yo no lo conocí, pero era amigo de mi tío y lo sacaron entre todos, hicieron que saliera diputado por Cartagena, para que trabajara, porque en Cartagena siempre habían mandado los militares… pero los militares de arriba… y luego, después de la guerra, con tanto como este hombre había luchado por Cartagena, la gente de Quitapellejos se portó muy mal, con él y con su familia, que lo denunciaron y todo, y si lo mataron o no, yo ya no lo sé.
Pues mira lo que te digo, tanta miseria, tanta envidia, tanta gente analfabeta, trajo lo que trajo, porque el 18 de julio vino el alzamiento, pero la verdad es que se esperaba mucho antes. Ese año, el año 36, no hubo procesiones, porque todo estaba tan mal... y cuando ya faltaba poco, empecé a ver que mi tío recibía mensajes del Arsenal.
El jefe de la Base de Submarinos, que se llamaba Vicente Ramírez era republicano, pero la mayoría de los jefes, no lo eran. Entonces, el hermano de mi tía estaba haciendo el servicio en un submarino y como entonces los marineros llevaban botas, le traía mensajes a mi tío, que era republicano radical, de Alejandro Lerroux… Yo sabía que esos mensajes eran porque estaban los jefazos queriendo rebelarse contra el Gobierno de la República , y los otros decían que habían hecho un juramento y que no, que no lo iban a quebrantar… y yo le decía - Te van a detener, Antonio, te van a detener y te van a fusilar, por eso que traes… - y él me decía - Tú te callas, tú no entiendes de esto, tú te callas - Pero yo sabía que él traía mensajes. Yo sabía que eso era peligroso, pero yo sabía que había un jaleo en el Arsenal, porque eran los unos contra los otros. La marinería estaba de acuerdo con los jefes republicanos, pero los otros no, los jerifaltes no, los jerifaltes de arriba, ¿sabes?
El culpable de todo, fue Franco, porque fue el que se sublevó, y el otro, Queipo de Llano y los generales ésos… atentaron contra un gobierno legítimo.
Todo eso lo sabíamos ya de antes, sabíamos de sobra lo que iba a pasar porque desde que empezó la República, ellos no se conformaron. Esa gente, nunca se conforma con perder. Y no querían que las cosas cambiaran; querían que todo siguiera igual, con los analfabetos, con el hambre, con la miseria… igual que ahora, que eso es también lo que quieren ahora todos los jerifaltes y todos los ricachones, que el pueblo no salga de su agujero, que la gente no sepa, para así poder seguir con sus privilegios, y que nadie sepa para que no se les revuelvan. Así ha sido siempre, así han pasado siempre las cosas en España.
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